Según el informe anual sobre la juventud (15-24 años) elaborado por la Fundación Santa María, ésta es la primera generación que está convencida de que vivirá peor que sus padres. El 81% no participa en ningún movimiento asociativo; el 75% desconfía de la Iglesia; el 51% desconfía de la política y la considera algo ajeno. La institución mejor valorada sigue siendo la familia, y en contraposición con la denostación de la re publica, se observa un fortalecimiento de los lazos parentales, así como una privatización de los vínculos familiares.
Gonzalo González, sociólogo encargado de la presentación del informe, propone el concepto de modernidad líquida, desarrollado por Zygmunt Bauman, como síntesis y conclusión de los datos revelados.
Bauman, filósofo polaco, comunista y judío, perseguido en casi todos los países donde intentó vivir (no sabemos bien si por filósofo, por polaco, por comunista o por judío, o por permutaciones de esos cuatro elementos sin repetición), gozaba no sólo de una lucidez extrema en su visión de la evolución de la conciencia social, sino también de un talento literario exacerbado. En base a estas dos aptitudes, dio en comparar la identidad moderna con la superficie del magma volcánico, que se solidifica, refunde y cambia de forma constantemente, adaptándose a las condiciones orográficas y ambientales.
Dice así mismo Bauman que esto ocurre por una ausencia de telos o fin, aunque también cabría la posibilidad, desde mi humilde punto de vista, de sustituir sutilmente esa ausencia por el exceso.
Volviendo a las palabras de González, éste remarca que "jamás el joven ha tenido tantos roles como ahora", precisamente a causa (o como consecuencia) de esa liquidez identitaria. Son esos múltiples roles los que nos hablan de una multiplicidad también en cuanto a fines, aunque el término griego telos no puede equipararse al español fin en sentido estricto. El telos nos habla de un fin último, un propósito definitivo. Acaso el telos triunfante en esta modernidad líquida es la propia capacidad de adaptación, y si eso es así, hagamos otra reflexión: ¿es esto producto de la evolución o de la involución?
Iglesia, clase política, sindicatos, asociaciones ciudadanas, todo suena a los jóvenes a instituciones del pasado; entes, en la mayor parte de los casos rígidos e inamovibles. La desafección se produce sobre los restos aún vigentes de una premodernidad líquida. Sin embargo, los soportes y canales diseñados para albergar lo fugaz y cambiante gozan de un éxito pasmoso y concentran toda la atención de las nuevas generaciones.
¿Cómo hemos pasado por alto que el telos de la evolución es la evolución en sí, y no una suerte de estabilidad ideal?
Lo que los jóvenes creen es que vivirán peor que su padres siempre y cuando tengan que vivir con las reglas de su padres, pero eso no ocurrirá. Ya apenas ocurre. El reto será mantenerse despierto. La lava identitaria puede precipitarse ladera abajo arrasando todo a su paso, o surcarla concienzudamente, trazando en su camino el mapa de una nueva realidad social.
Si hemos de ser líquidos, vertámonos por donde deseemos, y sólo siempre y cuando lo deseemos.
Leiv Motiv
Quiero pensar que es mentira que todo sea mentira; que no todo está perdido porque ocupemos el rol de perdedores ab initio. No obstante odio el esnobismo de los que bromean con "La teoría de la conspiración" como si fuera moderno ser conservadoramente imbécil, y elegantemente actual asumir que ser el enemigo del enemigo es, aplicando el denominador común, lo mismo que nada. Detesto a la gente que usa la expresión "las reglas de juego" por una razón tan obvia que espero no tener que explicarla. Éste no es un blog amigable. El mundo pone la sosa, yo intentaré poner el vinagre.
"La lava identitaria puede precipitarse ladera abajo arrasando todo a su paso, o surcarla concienzudamente, trazando en su camino el mapa de una nueva realidad social."
ResponderEliminarY yo añado: nada que añadir!!!!!!!!!
El que calla otorga, Sr. Mambolándico, pero cuidado con "arrasarlo todo a su paso"... es una de las opciones posibles... y de momento la que va ganando.
:)
No lo sé, Suso. Habrá que esperar a que estos años pasen y esos jóvenes crezcan (recuerda que tú y yo ni siquiera estamos dentro del estudio), para ver si donde estaba su lava, ha quedado todo un entramado de pasadizos. Me da que sí. Lo que ocurre es que el ruido del volcán asusta y con razón. La cosa está que arde "más allá de los altos médanos".
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